El tercer centenario del nacimiento de Pierre Bouguer (1698-1998), en El Croisic, Bretaña, dio a la prensa del Ecuador, de Francia y con mayor razón a la prensa bretona, una ocasión para evocar a tan célebre científico que, sin embargo, permanece aún bastante desconocido. Se organizaron varios programas, se multiplicaron publicaciones y coloquios, de los que mencionaré en particular: “La Jornada de estudio sobre la vida y obra de Pierre Bouguer”, el sábado 9 de mayo de 1998, en Pont-aux Rocs, El Croisic. Tuve el honor de participar con una comunicación en francés, sobre “La naturaleza y el hombre ecuatoriano vistos por Pierre Bouguer”; el 6 y 7 de junio del mismo año, en el coloquio internacional en la Universidad de Nantes, acerca de “La Ciencia en el siglo XVIII”; y, seguramente el más importante, el 16 de junio de 1998, en el palacio del Instituto de Francia, la Academia de Ciencias organizó un coloquio sobre Pierre Bouguer, en el que participaron científicos franceses y extranjeros de altísima calidad.
No voy aquí a enumerar los méritos, a ponderar la ciencia de Pierre Bouguer, sabio en el más amplio sentido de la palabra, nacido el 10 de febrero de 1698. Su padre, Jean-Baptiste fue el creador y director de la primera Escuela de Hidrografía y ocupó tales funciones más de veinte años, bajo el reinado de Luis XIV. Fue, además, autor entre otros, de tratados de navegación. Su hijo Pierre, que había estudiado en el colegio de los Padres Jesuitas en la ciudad de Vannes, adolescente aún dio pruebas de una personalidad sobresaliente, a tal punto que a la muerte de su padre, a la edad de 15 años, abrigó su sucesión. En vista de sus extraordinarias capacidades, el 27 de junio de 1714, cuando contaba apenas 16 años, reemplazó a su padre como “Profesor de hidrografía”. En tres ocasiones, de 1727 a 1731, fue laureado por la Academia de Ciencias de París. “Genio en matemáticas”, astrónomo, marino, geodésico, hidrógrafo, físico… Pierre Bouguer es seguramente uno de los sabios más completos y brillantes no solamente del siglo 18, sino de toda la historia científica de Francia y de Europa. Sin embargo, ha sido poco estudiado y es más conocido por sus trabajos científicos en los Estados Unidos de América, en el Canadá. Con razón ha sido llamado “el Pasca1 del siglo 18″ y, sin duda, superó en conocimientos y en realizaciones, por ejemplo en las ciencias
de la navegación, o como el «padre de la fonometría», al genial autor de Las Provinciales, de Pensamientos.Gracias
al Doctor Galo Galarza (ver anexo), nuestro Ministro Encargado de Asuntos Culturales en la Embajada de París, el Ecuador estuvo presente en dicha inauguración. Sus palabras pronunciadas en tal ocasión y en que se refirió a los estrechos lazos que desde aquel siglo han contribuido a la amistad franco-ecuatoriana, fueron recibidas con particular atención y satisfacción por la selecta concurrencia a esa inauguración. Más aún; gracias ala esforzada, permanente insistencia de nuestro destacado diplomático, en estrecha colaboración con su corresponsal en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Quito, el doctor Claude Lara Brozzesi, se logró que el Ecuador participara con una placa de bronce, la misma que se destaca en el mencionado monumento (ver fotografía más abajo). En dicha placa se lee en francés el siguiente texto:MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES
DEL ECUADOR.
Al revisar amarillentas fichas y notas de mis investigaciones en la antigua Biblioteca Nacional de París, en la calle Richelieu, cuando debí preparar la conferencia «Les Voyageurs Français à l’Audience Royale de Quito», dictada el 21 de abril de 1956, dentro de la serie que organizaba entonces la Facultad de Letras de la Universidad Católica, en la histórica sala Hulst y más recientemente en mis investigaciones en la Academia de Ciencias, en el Instituto de Francia, para la preparación de 1a Comunicación sobre Bouguer, antes mencionada, veo que han quedado en el olvido observaciones y apuntes que bien puedo ofrecerlos aquí. Se trata de lo que podría dar como título “la espiritualidad”’, o mejor «la religiosidad» de Pierre Bouguer.
Pero, dejando del lado
consideraciones bastante conocidas o que podrían discutirse, lo mejor será ofrecer algunos criterios, pensamientos del mismo Pierre Bouguer, que dirán mejor cuales fueron sus sentimientos espirituales, religiosos. Desde luego, será necesaria una explicación acerca de un término cuyo significado ha evolucionado en el transcurso de los siglos. Se trata del término conversión.Como tantos otros de nuestro idioma viene del latín convertere. En los siglos 17 y 18 tenía más el significado de ahondamientoen los valores religiosos, de perfeccionamientoen la vida cristiana. Un segundo significado, más ligado con su etimología, por conversión se entiende: llevar a alguien a una creencia religiosa, a cambiar de creencias, de opinión, de conducta, a pasar de la incredulidad a una confesión religiosa, particularmente abandonar una religión por otra. Tales fueron los casos, entre otros, de Pablo de Tarso en el camino de Damasco; de Paul Claudel, en la catedral de Notre-Dame, en la noche de Navidad de 1886; del mismo Pascal, cuando después de su «periodo mundano» de 1651 hasta la noche del 23 de noviembre de 1654, «después de la noche de éxtasis místico», decidió consagrarse a su vida de fe, a la práctica religiosa. Casos análogos son numerosos en la historia de las religiones.Creo que estos textos, entre otros que podría añadir, son bastante significativos de las convicciones religiosas de Pierre Bouguer.
En cambio, serán muy elocuentes los testimonios que acerca de su muerte nos ofrecen dos autores, pues seguramente los auténticos sentimientos del alma humana se expresan sin ninguna hipocresía en la hora final de una vida. Según las afirmaciones que nos ha dejado el Padre Pierre-Thomas Laberthonie en la obra ya citada, confirmadas últimamente por el historiador Pierre de La Condamine, la muerte de Pierre Bouguer fue la de un piadoso y auténtico cristiano. El padre dominicano escribe:Le Chêne aux Dames
(junio 2000)
Publicado en PODIUM, REVISTA DE LA UEES N°9-10 Samborondón, Guayas, Ecuador. Julio 2007; págs. 92-96.
Bouguer ha sido llamado con razón el Pascal de su época, por su extraordinaria dedicación a la ciencia y por sus aportes sustanciales que han sido reconocidos y valorados en el coloquio que se organizó en la Academia de Ciencias y en otras conferencias presentadas en esta misma ciudad de Le Croisic.