Por Claude Lara (In Revista AFESE, N. 8, 1986, pp.14-17)

En varios diccionarios se define el maquiavelismo coma «el sistema político conforme con los principios de Maquiavelo» y se precisa que éste es una «política desprovista de conciencia y buena fe». El diccionario de la Real Academia Española da una definición más precisa: «doctrina de Maquiavelo, escritor italiano deI siglo XVI que aconsejaba el empleo de la mala fe cuando era necesaria para sostener la política de un Estado. Fig. Modo de proceder en astucia, doblez y perfidia».

Ambas explicaciones parecen incorrectas e inexactas, porque son muy generales y fuera de su contexto histórico. En efecto, después de la lectura de la obra fundamental de Nicolás Maquiavelo: » El Príncipe», observamos que su pensamiento está ahora desfigurado y, que no siempre se toma en cuenta el momento en el que vivió, así como sus objetivos. Entonces, intentaré en este breve comentario, exponer la problemática que plantea el ilustre escritor político de Florencia en este libro.

El ciudadano florentino en su estudio sobre la manera de gobernar trata de mostrar al príncipe Lorenzo de Medicis la forma de lograr la liberación de Italia, lo que podría calificarse en términos modernos como la independencia de su patria, y su solución: la unidad del Estado italiano. Consecuencia de la decadencia política en la que vive Italia, dividida en pequeñas repúblicas más o menos dependientes de los reinos de España y Francia, Nicolás Maquiavelo escribe: «Ya que estos ejemplos me han traído a hablar de Italia y de la triste experiencia que la ha enseñado de los peligros de valerse de ejércitos extranjeros tomaré las cosas desde más arriba, a fin de que el conocimiento de su origen sirva, a lo menos, para precaver efectos más funestos. Para ello es necesario tener presente que cuando el imperio perdió el poder y respeto de que hasta entonces habia gozado en Italia y principio a tomar consistencia la autoridad del Papa, fue dividido este país en muchos Estados. La mayor parte de las ciudades grandes tomó las armas contra la nobleza, que, apoyada por el emperador las tenía gimiendo en el despotismo; ayudólas el Papa en estas empresas, y por este medio acrecentó su poder temporal. Otros cayeron bajo la dominación de sus mismos ciudadanos; de suerte que la Italia vino a ser súbdita de la Iglesia y de algunas repúblicas».

En este manifiesto político, a fin de explicar sus lineamientos ideológicos y hacerle beneficiar de su experiencia en los asuntos políticos italianos el secretario de Florencia se dirige al príncipe Lorenzo de Medicis, en esos términos: «Deseando yo dar a Vuestra Magnificencia una prueba de mi adhesión no he hallado entre las cosas que posee ninguna que me sea más querida y de la cual haga más aprecio que mi conocimiento de los negocios públicos, logrado por mi larga experiencia en otros tiempos y mi lectura continua de la historia antigua. Mis observaciones, detalladas y cuidadosas, las concreto en este volumen que a Vuestra Magnificencia remito; y aunque comprendo que es obra digna de seros ofrecida, confío en vuestra amabilidad para que le aceptéis, teniendo en cuenta que no puedo haceros mejor presente que el de procurar que sepáis en poco tiempo lo que yo he aprendido en muchos años y con no pocas molestias y peligros. » Y en este manifiesto, Nicolas Maquiavelo da claramente a entender al príncipe Lorenzo de Médicis que la liberación de Italia debe ser la finalidad suprema de su política: «Todos se hallan cansados de la dominación de los extranjeros. Dígnese vuestra ilustre casa, fortalecida con todas las esperanzas que da la justicia de nuestra causa, acometer una empresa tan noble, a fin de que recobre nuestra nación bajo vuestras banderas su antiguo esplendor y se realice aquel dicho de Petrarca: la virtud contra el furor toma las armas y combatirá brevemente, porque el antiguo valor no ha muerto en el corazón de los italianos».

En su libro el autor tiene como objetivo recomendar al príncipe la manera de salir de esta anarquía y como lograr la formación de un gobierno nacional unitario. El paralelismo con la realidad española y el deseo de Nicolás Maquiavelo: la unidad italiana; es clarísimo cuando glorifica a Fernando de Aragón: «Tenemos en nuestros tiempos a Fernando (rey de Aragón y actual rey de España), al cual se le puede llamar príncipe nuevo, porque de monarca de un Estado pequeño ha llegado a ser, por el mérito de sus magníficas empresas, el primer rey de la cristiandad. Además, lo escribe expresamente «cuando repaso las materias que contiene este libro y me detengo a examinar si las circunstancias en las que nos hallamos serán o no favorables para la instauración de un gobiemo nuevo, que fuese tan ventajoso para Italia como honroso para el príncipe que lo estableciese, me parece que no puede haber tiempo inoportuno de llevar a ejecución empresa tan gloriosa».

Así que Nicolás Maquiavelo, en su obra «El Príncipe», es el precursor político de la liberación de Italia así como de la organización de un Estado nacional y unitario. Pensó en el siglo XVI lo que Italia ha conseguido en el siglo XIX: la independencia nacional y la unidad política. Ahora, me parece que esos esclarecimientos nos permiten comprender mejor lo que el político florentino entendía por «razón de Estado» y con qué la relacionaba.

Uno de los grandes éxitos de Nicolás Maquiavelo, coma iniciador renacentista de la teoría del Estado, es presentar la política coma una ciencia autónoma, con sus principios y leyes, diferentes de los pertenecientes a la moral y a la religión: «Quédanos por tratar de la conducta que ha de seguir un príncipe con sus súbditos y amigos. Muchos han escrito ya de esta cuestión y yo lo haré también, discrepando de ellos aún cuando por ello se me considere petulante. Mi propósito es presentar las cosas como son en realidad y no como las cree el vulgo. Hay quienes ven en su imaginación repúblicas y principados como jamás existieron en la realidad. Tal es la diferencia entre el cómo vive y el cómo debiera vivir, que el que prefiera lo que debe hacerse a lo que se hace en realidad corre a su ruina, segura e inevitable. El hombre que quiere conducirse siempre con honestidad será la víctima de tantos otros como son malos. Así el príncipe que quiera triunfar ha de saber ser malo, y usar de este conocimiento si lo necesita para defender sus intereses».

El capítulo que posiblemente mejor ilustra esta idea de Nicolás Maquiavelo acerca de la política como ciencia, el XVIII, intitulado: «Como deben guardar los príncipes la fe jurada», es el más discutido y criticado de la obra del florentino, porque en general se la saca de su contexto que hemos expuesto anteriormente: la liberación de Italia y la constitución de un Estado nacional unitario, por las siguientes razones: necesidad para el príncipe de saber ser zorro y león a tiempo; necesidad de no observar la palabra dada «cuando esta observancia se vuelve contra él y se hayan extinguido los motivos que la hicieron prometer»; necesidad de parecer «piadoso, fiel, humano, integro, religioso», pero saber también no serlo; necesidad, en suma, de «no separarse del bien, pudiendo hacerlo, pero saber entrar en el mal, si a ello se ve obligado». Y esto porque en las acciones de los hombres «se mira al fin que se quiere obtener … Procure, pues, un príncipe vencer y mantendrá el Estado; los medios que emplea serán siempre tenidos por honrosos, y por todos alabados».

Es necesario precisar aquí que Nicolás Maquiavelo definió claramente que el Estado es la entidad política suprema porque permite a los ciudadanos gozar de mayor justicia, estabilidad política y paz posibles, y que sólo invoca la » razón de Estado» para asegurar la liberación de Italia y la unidad del Estado. Por tanto, el famoso concepto según el cual el fin justifica los medios, atribuido falsamente al florentino, en realidad tuvo un sentido bien determinado. Además conviene aclarar que esa defensa obtenida a veces, del Estado es muy comprensible en una época durante la cual se formaban las jóvenes naciones europeas y, por consiguiente no se puede analizar el concepto de Estado en el siglo XX, pues lo que era una utopía en la época del florentino es una realidad política ahora y nosotros ya no sabemos apreciar las dificultades de su gestación.

Estas confusiones son tal vez el origen de la falsa idea que tiene mucha gente del maquiavelismo y, lo que es más alarmante, de ciertos diccionarios que se vuelven los propagadores de lugares comunes; seguramente porque el florentino ha conocido, la mayoría de veces, el destino póstumo de un autor maldito.

Finalmente, «El Príncipe» de Nicolás Maquiavelo es una obra política que permanecerá, puesto que plantea problemas ideológicos hasta hoy de actualidad (relaciones entre moral y política; autonomía de ésta, concepto del Estado; individualización del Estado en el que se confunden intereses personales del gobernante y su identificación con él, etc … ) y como bien lo escribe Federico Chabod: «Esta obra de Nicolás Machiavelo (1469-1527) es sin duda la más leída y discutida, ensalzada, y vituperada, amada y odiada de la literatura política de todos los tiempos».

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