El ciudadano florentino en su estudio sobre la manera de gobernar trata de mostrar al príncipe Lorenzo de Medicis la forma de lograr la liberación de Italia, lo que podría calificarse en términos modernos como la independencia de su patria, y su solución: la unidad del Estado italiano. Consecuencia de la decadencia política en la que vive Italia, dividida en pequeñas repúblicas más o menos dependientes de los reinos de España y Francia, Nicolás Maquiavelo escribe: «Ya que estos ejemplos me han traído a hablar de Italia y de la triste experiencia que la ha enseñado de los peligros de valerse de ejércitos extranjeros tomaré las cosas desde más arriba, a fin de que el conocimiento de su origen sirva, a lo menos, para precaver efectos más funestos. Para ello es necesario tener presente que cuando el imperio perdió el poder y respeto de que hasta entonces habia gozado en Italia y principio a tomar consistencia la autoridad del Papa, fue dividido este país en muchos Estados. La mayor parte de las ciudades grandes tomó las armas contra la nobleza, que, apoyada por el emperador las tenía gimiendo en el despotismo; ayudólas el Papa en estas empresas, y por este medio acrecentó su poder temporal. Otros cayeron bajo la dominación de sus mismos ciudadanos; de suerte que la Italia vino a ser súbdita de la Iglesia y de algunas repúblicas».
Así que Nicolás Maquiavelo, en su obra «El Príncipe», es el precursor político de la liberación de Italia así como de la organización de un Estado nacional y unitario. Pensó en el siglo XVI lo que Italia ha conseguido en el siglo XIX: la independencia nacional y la unidad política. Ahora, me parece que esos esclarecimientos nos permiten comprender mejor lo que el político florentino entendía por «razón de Estado» y con qué la relacionaba.
Uno de los grandes éxitos de Nicolás Maquiavelo, coma iniciador renacentista de la teoría del Estado, es presentar la política coma una ciencia autónoma, con sus principios y leyes, diferentes de los pertenecientes a la moral y a la religión: «Quédanos por tratar de la conducta que ha de seguir un príncipe con sus súbditos y amigos. Muchos han escrito ya de esta cuestión y yo lo haré también, discrepando de ellos aún cuando por ello se me considere petulante. Mi propósito es presentar las cosas como son en realidad y no como las cree el vulgo. Hay quienes ven en su imaginación repúblicas y principados como jamás existieron en la realidad. Tal es la diferencia entre el cómo vive y el cómo debiera vivir, que el que prefiera lo que debe hacerse a lo que se hace en realidad corre a su ruina, segura e inevitable. El hombre que quiere conducirse siempre con honestidad será la víctima de tantos otros como son malos. Así el príncipe que quiera triunfar ha de saber ser malo, y usar de este conocimiento si lo necesita para defender sus intereses».
Es necesario precisar aquí que Nicolás Maquiavelo definió claramente que el Estado es la entidad política suprema porque permite a los ciudadanos gozar de mayor justicia, estabilidad política y paz posibles, y que sólo invoca la » razón de Estado» para asegurar la liberación de Italia y la unidad del Estado. Por tanto, el famoso concepto según el cual el fin justifica los medios, atribuido falsamente al florentino, en realidad tuvo un sentido bien determinado. Además conviene aclarar que esa defensa obtenida a veces, del Estado es muy comprensible en una época durante la cual se formaban las jóvenes naciones europeas y, por consiguiente no se puede analizar el concepto de Estado en el siglo XX, pues lo que era una utopía en la época del florentino es una realidad política ahora y nosotros ya no sabemos apreciar las dificultades de su gestación.
Finalmente, «El Príncipe» de Nicolás Maquiavelo es una obra política que permanecerá, puesto que plantea problemas ideológicos hasta hoy de actualidad (relaciones entre moral y política; autonomía de ésta, concepto del Estado; individualización del Estado en el que se confunden intereses personales del gobernante y su identificación con él, etc … ) y como bien lo escribe Federico Chabod: «Esta obra de Nicolás Machiavelo (1469-1527) es sin duda la más leída y discutida, ensalzada, y vituperada, amada y odiada de la literatura política de todos los tiempos».