Por Claude Lara Brozzesi (In Revista France Ecuador N.4, 2001, págs. 85-89)

En el número uno de esta misma revista dimos a conocer, posiblemente por primera vez en nuestro idioma, la original y penetrante presentación de Henry Michaux dirigida a su gran amigo, Alfredo Gangotena (l).

En otra publicación (2) hemos resaltado ciertos estudios realizados en Francia que han permitido que la producción gangotiana salga definitivamente de la sombra (3) y, particularmente, gracias a las investigaciones de la señora Adriana Castillo de Berchenko (4).

Asimismo, para nuestros lectores traducimos y publicamos, seguramente como primicia en español, el «discurso de agradecimiento de André de Pardiac de Monlezun en el curso del homenaje ofrecido por Francia a Alfredo Gangotena», cuando el Gobierno francés confinó a nuestro ilustre poeta y a título postumo, la Legión de Honor (5).

«Señor Ministro:

Que me sea permitido, en nombre de la familia Gangotena Fernández Salvador, expresar mi profunda gratitud hacia el Gobierno Francés por la muy alta distinción con la que se encuentra hoy honrada la memoria de Alfredo Gangotena.

Ya, el Gobierno Ecuatoriano al conferir a aquel que nos ha dejado, el Grado de Comendador en la Gloriosa Orden Al Mérito, quiso rendirle un brillante homenaje.

En adelante, en el relicario familiar, estas dos Cruces representarán el Símbolo por excelencia de una nueva, patética y sublime síntesis Francia-Ecuador.

Al romántico país que tiene como nombre Ecuador, Alfredo Gangotena pertenecía jure sanguinis y jure solis: su árbol genealógico -(era una ave que trina) -evoca, con la génesis de la Patria Ecuatoriana, a esos rudos caballeros venidos de España, dotados de una gran pasión por la inmensa selva de aliento tenaz. En él corría la sangre de los fundadores de las urbes andinas. Nacido en Quito, escribía con la saliva altiva del Eucalipto; lanzaba su grito muy alto, de la pitanza de las águilas; le gustaba también el éter que hiende el colibrí y se inclinaba con amor hacia estas flores aún más hermosas que el azur, adorno de toda residencia bajo la línea ecuatorial.

Y, porque hervían en él todas las nobles aspiraciones del Hispanoamericano, desde su más tierna infancia, lo que era francés encontraba en su alma una particular resonancia.

Gabriel Louis Jaray hizo notar, con mucha razón, que el papel histórico de Francia fue diferente en América del Norte y en América del Sur.- En el Norte, Potencia exploradora, fundadora, creadora, con sus Descubridores, sus Capitanes, sus Hombres de Estado.- En el Sur, inspiradora política e intelectual, con sus filósofos, sus Sabios, sus Poetas; allí su acción fue hija de su pensamiento.

Pero, hubo más que este resplandor maravilloso; apenas adolescente, Alfredo Gangotena llega a París; este Mediterráneo se da cuenta que no ha dejado de estar en su casa, en la Capital de la Latinidad; -se le impulsa hacia las Matemáticas, el espíritu de geometría como avalancha le agarra; busca allí un medio de conocer mejor el Mundo que se le atare. iAy! Encendido de absoluto, conoce que la Ciencia, ella también, tiene sus límites y, desde entonces, a pesar de los éxitos que honran su Palmares, a pesar de las alegrías que le da la incomparable enseñanza de la Escuela de Minas de París, a pesar de los ofrecimientos que se le presentan, su risa sonora, su sed del precioso olvido, su frenético deseo de vivir de todos los goces, -a los 23 años, su opción está hecha, oirá su voz que ya vibra con un sonido de Muerte; este viento terrible que sopla «al Este de su Pensamiento».

Y su Calvario comienza.

Siente amontonarse las sombras que lo excluyen del cielo de la Razón -Principe del Sonido y de los Colores, en adelante pensará sobre todo en las dolorosas ansias de la Agonía.

Para definir el volumen de la Muerte y, también del Amor –puesto que es capaz de amar más que ningún ser viviente lo ha hecho hasta ahora; más allá de los Cielos y más allá del Espíritu, -para traducir igualmente la Fe que los quema, con su personalidad que es única hecha de fría inteligencia y de loca sensibilidad, -dispondrá de todo lo que puede ofrecer la magnífica España, y, por añadidura de todas las riquezas del Patrimonio Francés, del cual, incansable investigador no ignora nada; de Descartes a Blondel y Maritain de Pascal a Bergson y Claudel, de Racine a Mallarmé y Valéry, de Villon a Verlaine y Baudelaire, de Suso a León Bloy Psichari.

La lengua de la cual se sirve casi exclusivamente, al principio al menos -sueño de Montalvo- es la Francesa, en homenaje a todos sus Maestros. Llega a ser uno de los más brillantes escritores franceses.

Mártir de la perfección, inserta en palabras unas veces habituales, otras veces heráldicas, extrañas, siempre con notas exactas, suaves o desgarradoras, la ternura humana, el sentido del prójimo que están en él, su visión sonriente o amarga de la grandeza o de la pequeñeza humana, sus oscilaciones perpetuas entre el corazón y la razón, en pocas palabras lo que hizo de el, al más alto nivel, el Campeón del Humanismo Francés.

Escritor de lengua francesa, cuyo entusiasmo vagaba, indeciso, de un cuadro de Cézanne a una página de Debussy, sabía que, aun aquel que hace profesión de soledad y alejamiento vive, que sea de origen o de adopción, en una Comunidad Nacional y participa a su Destino. Cuando llegó la guerra, hizo suyas todas las angustias del Desastre. «La Francia humillada, vosotros no tendréis más el espíritu francés» había escrito Renán en 1870 –y este pensamiento explica la epopeya de sus bisnietos, el comandante Revault d’Avallones, junto al General Leclerc de Hautecloque. Alfredo Gangotena estimó que Francia había dado demasiado al Mundo para que su suerte dejara indiferente a los que respetaban y amaban los valores del Espíritu; dio al General de Gaulle una adhesión total, absoluta para mantener la bandera de una libertad humana y, ahora, descansa en su tumba con esta Cruz Lorena, que llevaba en el pecho, cuando fue fulminado por la enfermedad.

Mientras Vichy veía en usted a un Disidente peligroso y Londres a un Magnífico Apóstol, él estuvo, Señor Ministro, entre vuestros más entusiastas Compañeros. A la Cruzada de la Fuerza opuso la Cruzada de las Ideas. Predicó la rebellión espiritual. Y antes de morir con una dignidad de gran Señor Cristiano de los Siglos de Oro, tuvo como recompensa la alegría de saber, ya, casi completamente liberada la tierra de Francia, tierra por la cual tenía nostalgia.- Jules Supervielle, en sus mensajes transandinos, le ofrecía en pensamiento, bajo el signo de la Amistad durante los años terribles, un lazo de Sena, una tierna mañana en la campiña bretona o un rincón del Bosque de Senart. La Muerte, Diosa cruel sólo logró impedir en Port-Gros, bajo la higuera que conocía bien Michaux, nuevas conversaciones, de las que el R.P. Ducatillon tuvo ya la confidencia.

Ecuatoriano, Alfredo Gangotena habrá sido en América del Sur, Embajador de las Letras Francesas, así como la (l) que nos recibe, hoy, en la Casa de Francia en Quito y lleva por su nacimiento, el nombre iluste de uno de los más eminentes Diplomáticos y Escritores del Ecuador, al mostrar con brillo la gracia, el espíritu, el encanto y la bondad tradicionales de la Mujer de Francia.

Admirables demostraciones de afinidades sin número, de un común ideal y de la posibilidad de comprender plenamente los muy altos valores que fueron el honor -y permanecen la aureola de nuestro País.

El recuerdo del Poeta Alfredo Gangotena, en las memorias y los corazones aumentará esta comprensión que necesita ser aún más entera en este momento decisivo de la Conciencia Humana, en el momento en que Francia surge de nuevo, revestida del más puro lino de la Esperanza.

f) A. de Pardiac de Monlezun»

NOTAS

(1) «1934, Michaux et Gangotena. Hay alguien que sangra», en France-Ecuador No l , revista de la Alianza Francesa del Ecuador. Láser editores, Ecuador, 1998: págs. 89-96.
(2) «El renacimiento de Alfredo Gangotena», en revistas de AFESE (Asociación de Funcionarios y Empleados del Servicio Exterior Ecuatoriano) no26, febrero 1996. Quito Ecuador; págs. 128-140.
(3) Ibid., págs. 138-140.
(4) «La poésie bilingue d’Alfredo Gangotena: étal actuel d’une bibliographie retrouvée» en L’Equateur d´hier à aujourd´hui hommage à Eugenio Espejo. Coloquio organizado por la Embajada del Ecuador en Francia, con el Centro de Estudios Ecuatorianos de la Universidad de París-X y la Universidad de París-X, Nanterre, los días 14 y 15 de marzo de 1995.
«Alfredo Gangotena: claves de un discurso lírico», en CULTURA, revista del Banco Central del Ecuador, segunda época número 4. Ediciones del Banco Central del Ecuador, Quito-Ecuador, 1998; págs. 3-23.
(5) Este discurso que traducimos y en el que respetamos el uso numeroso de las mayúsculas, está reproducido en francés, tanto las copias de las versiones manuscritas como su respectiva transcripción realizada por la autora y cuya presentación comienza así: «Probablemente, en el transcurso del año 1945, el Gobierno de Francia honre la memoria de Alfredo Gangotena al conferirle, a título póstumo, una muy alta distinción. Este reconocimiento oficial de la la patria de adopción da lugar a una ceremonia de homenaje a Alfredo Gangotena que se celebra en la Casa de Francia, en Quito. En este lugar, símbolo de cultura, y frente a las autoridades francesas y ecuatorianas -el Sr. André de Pardiac de Monlezun, amigo y cuñado del poeta- pronuncia en nombre de la familia Gangotena, este discurso de agradecimiento…». Adriana Berchenko-Castillo: «L’itinéraire d’un poète équatorien en France: Alfredo Gangotena (1920-1930)», tomo II, tesis doctoral. Atelier National de Reproduction des Thèses, Lille, 25 mai 1991; pág. 485 y págs. 484-496. Cabe precisar que este discurso del Sr. A. de Pardiac de Monlezun está dirigido al Ministro Pierre Denis, Representante de Francia en el Ecuador durante el Gobierno provisional de Félix Gouin, y que Alfredo Gangotena fue decorado a título póstumo en el grado de Oficial de la Legión de Honor, el 15 de junio de 1946. (Información proveniente de la Embajada de Francia y gentilmente proporcionada por el sr. Michel Gresille, 31 /V/1999).

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